Ante los ojos de México y el mundo se inaugura el Tren Maya. Lo que estamos por ver es la apertura de un primer segmento, nada menor, que va del puerto de San Francisco de Campeche hasta Cancún; en un par de semanas más se abrirá la ruta hasta Palenque y posteriormente abrirán los tramos 5, 6 y 7 en la costa del caribe y sur de la península.
Es, sin duda, una obra monumental, y casi un milagro que pese a una pandemia, decenas de amparos interpuestos —algunos genuinos, otros no tanto— y enormes desafíos técnicos en ciertos tramos, se termine su construcción en el sexenio en que se inició, algo inusitado en México para una obra de tal magnitud.
Pero como dicen, aunque por motivos distintos, promotores y detractores, el Tren Maya es mucho más que un tren. Es parte de un proyecto integral de desarrollo que viene siendo la expresión geográfica de la máxima por el bien de todos, primero los pobres. Éste comprende, además del Tren Maya, el mayor esfuerzo de planificación regional y ordenamiento territorial que hayamos visto, así como una inversión sin precedentes en obra, programas y servicios públicos y la expansión de áreas naturales protegidas, como la Región Gran Calakmul, que comprenderá más de un millón y medio de hectáreas, con algún grado de protección, de la mano de las comunidades locales.
En realidad, aunque la construcción está en su fase final, la transformación de la región apenas comienza. Qué tanto lograremos que predominen los efectos positivos sobre los negativos está por verse y dependerá de todos, sobre todo de los gobiernos y comunidades locales. Pero estamos por tener un tren, mucho más seguro y ecológico que el transporte por carretera, que será de todos y que sin duda comenzará a cambiar la vida cotidiana de cientos de miles de personas en la región y permitirá a mucha más gente de México y el mundo conocer y valorar nuestras enormes riquezas culturales y naturales. ¡Enhorabuena!
Comentários