Como uno de los grandes constructores de la transición política, fue calificado el abogado, político y pensador José Agustín Ortiz Pinchetti quien, hasta el momento de su fallecimiento, el pasado 3 de agosto, a los 87 años, se desempeñaba como titular de la Fiscalía Especializada en materia de Delitos Electorales, cargo en el que puso en práctica su convicción por eliminar para siempre los fraudes electorales.
Vale recordar que López Obrador pudo llegar a palacio nacional al tercer intento, debido a que fue sujeto de dos modalidades de fraude. La primera, negándole el recuento voto por voto y casilla por casilla en el 2006, ante una elección muy cerrada y una feroz campaña de “guerra sucia” y, la segunda, inflando artificialmente a un candidato por la fuerza de las televisoras y del dinero, repartido mediante tarjetas a la gente pobre.
Al luchador social, catedrático, articulista de La Jornada, y autor de textos de Ciencia Política y Derecho, (su libro más notable: “La democracia que viene. Ejercicios de imaginación política”) le tocó constatar cómo se burlaban de la voluntad popular. Casi al final de su existencia, trabajó en un proyecto de grandes transformaciones sociales que él como miles de personas, imaginaron durante décadas. Antes, fue secretario de gobierno de Andrés Manuel como gobernante de la ciudad de México.
Formó parte también del Gobierno Legítimo, integrado para canalizar la indignación e inconformidad sociales. Muchos se burlaban de este grupo dirigente, calificándolo como una caricatura, sin imaginar que 12 años después llegarían a gobernar con la Cuarta Transformación.
Pocos días después de que visitara tierras oaxaqueñas, ya no haciendo recorridos al lado de Andrés Manuel, sino para recibir el Doctorado Honoris Causa que le entregó la Benemérita Universidad de Oaxaca, publicó en su columna Despertar en la Cuarta República, palabras de agradecimiento con motivo del homenaje, que ahora tienen carácter premonitorio:
“Con sincera humildad, debo mencionar que he tenido la fortuna de observar y participar de manera directa en la larga lucha por la democratización de nuestro país. Mis primeros pasos se dieron durante el movimiento de don Carlos Madrazo y en la observación del fraude electoral de Chihuahua en 1986. En 1968 me integré al movimiento de Madrazo, que buscaba democratizar al PRI en la elección de su dirigencia. Este movimiento fue eliminado radicalmente desde la cúpula del poder y culminó con el asesinato de don Carlos en el derrumbe del avión en el que viajaba.
“Por lo que toca al fraude electoral de Chihuahua, tuve la oportunidad de presenciar cómo el sistema político mexicano se activó para maniobrar en contra del candidato del PAN, Francisco Barrio Terrazas, e imponer al priista Fernando Baeza Meléndez. Reporté las tropelías en varios artículos en La Jornada.
“Además de estos dos sucesos, pude observar elecciones en el extranjero como voluntario y con mis propios recursos. Así viajé a Colombia, España y Estados Unidos. En nuestro país vecino estuve durante la elección presidencial de 1992. El recuerdo que guardo es que, a diferencia de las votaciones mexicanas, los estadunidenses eran sumamente ordenados.
“Oficialmente me integré a la lucha por la democracia en 1994, cuando por invitación del doctor Jorge Carpizo fui parte del primer Consejo General del Instituto Federal Electoral. Durante mi encargo en el entonces IFE, participé en la organización del seminario del Castillo de Chapultepec, evento que fue muy relevante para la apertura democrática.
“Estos episodios narrados constituyen una parte de mi vida dedicada a la construcción de la democracia en México, y desde 2019 estoy a cargo de la Fiscalía Especializada en materia de Delitos Electorales (Fisel). Siento que en esta lucha siempre he actuado en favor de la democracia, es decir, del interés público y en defensa de las instituciones y no de un interés personal. Sirvan estas líneas para agradecer nuevamente a quienes han reconocido 30 años de esfuerzo”.
Tras su muerte, legisladores de todas las fuerzas políticas le tributaron un homenaje póstumo en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Ante su viuda, la ministra Loretta Ortiz Ahlf, su hermano el periodista Francisco Ortiz Pinchetti, hijos, nietos y demás familiares, fue elogiado como un defensor a ultranza de la democracia y uno de los más grandes portadores del espíritu crítico del movimiento antiautoritario mexicano.
Andrés Manuel se queda sin otro de los soportes intelectuales del proyecto de Nación que está en marcha. Demócrata, visionario y patriota como los ya desaparecidos Jaime Avilés, José María Pérez Gay y Carlos Monsiváis, entre otros, José Agustín Ortiz Pinchetti deja como legado la congruencia y honestidad intelectuales, para que sigan su ejemplo las nuevas generaciones de demócratas. Abrazos a su hermano, Paco Ortiz, compañero y amigo de un servidor.
@ernestoreyes14
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