A menos de una semana de las elecciones presidenciales más importantes de los últimos años del México contemporáneo las tendencias ya están marcadas y ya se sienten los aires de lo que será el sexenio de la primera presidenta de México.
Y es que no hay novedad en el frente. De acuerdo con la mayoría de las casas encuestadoras que tienen metodologías estrictas y serias, el 2 de junio por la noche será declarada como ganadora la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo.
Veamos unos cuantos datos de las últimas encuestas antes de la elección:
De Las Heras - 64% Claudia Sheinbaum, 28% Xóchitl Gálvez.
Covarrubias y Asociados - 58.8% Claudia Sheinbaum, 31.8% Xóchitl Gálvez.
Además, las “encuestas de encuestas” Oraculus y Polls.mx muestran claramente la ventaja de la Doctora respecto a la candidata de la oposición, con 57% y 53% para la morenista, y 33% y 30% para Gálvez, respectivamente.
Sin embargo, a lo largo de la historia ha quedado demostrado que uno de los grandes errores de la izquierda mexicana es la confianza en demasía. Ya se vivió en 2006 al no contar con una estructura nacional en defensa del voto; ya se vivió también hace apenas tres años cuando se desarrollaron las elecciones intermedias del 2021 que le costaron a morena la pérdida de varias alcaldías en la Ciudad por no llamar a las y los simpatizantes del obradorismo a salir a votar y no recalcar la importancia de su participación en las urnas.
Hoy, a días de la elección que dará continuidad o no al proyecto de morena y del obradorismo, el llamado a las y los mexicanos que apoyan el proyecto de la Cuarta Transformación continúa siendo el mismo que hace 18 años: cuidemos las elecciones, haz patria y cuida una casilla, y, sobre todo, sal a votar, todos los votos son importantes y se necesitan para tener un triunfo contundente que no se pueda judicializar y que permita obtener la mayoría en el Congreso para llevar a cabo reformas constitucionales necesarias para la democracia y soberanía de nuestro país (por ejemplo, la eléctrica y la del Poder Judicial).
Y es que hasta antes del 2018 nadie se había preocupado jamás por las y los eternos olvidados: la gente más pobre. Hoy se reivindica que “por el bien de todos, primero los pobres” es recuperar la dignidad de la población mexicana de las zonas más marginadas del país y demostrar que esto va acompañado de bienestar con desarrollo para la nación en su conjunto.
Que nunca más queden en el olvido las y los adultos mayores que recuperaron autonomía con su pensión universal. Que sigan comiendo quienes nos dan de comer: las y los productores de pequeña y mediana escala. Que la política abrace a la juventud con becas y universidades, y que no regrese jamás el “mátalos en caliente”. Que los más de cinco millones de mexicanos que salieron de la pobreza nunca más regresen a ese estado, y que sean millones más los que salgan de ella. Que sigan los gobiernos austeros y honestos, sin gastos excesivos en publicidad ni lujos, y que el excedente sea lo que siga sosteniendo los programas sociales.
Que llegue más ciencia, más tecnología, más humanidad, solidaridad y justicia social. Y sí, que siga la transformación. Y para que siga se requiere un voto masivo.
En síntesis, que este 2 de junio nadie se quede en su casa.
Pd. Aprovecho para escribirle al presidente lo que millones queremos decirle en este ocaso de las elecciones: ¡Gracias por devolvernos la esperanza de que es posible una patria nueva! Hoy ya se construye y se defiende en las urnas.
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